Cómo los podcasts están transformando el debate político en Estados Unidos

Por años, muchos demócratas evitaron los podcasts de tendencia derechista que suelen estar dominados por conversaciones relajadas, bromas sin filtros y un tono dirigido a un público masculino joven. Pero tras la campaña de 2024, en la que Donald Trump cosechó un notable apoyo entre menores de 30 años —un sector que Joe Biden había conquistado en 2020—, eso está cambiando rápidamente.

Ahora, figuras prominentes del Partido Demócrata con posibles ambiciones presidenciales para el futuro están adoptando una nueva estrategia: adentrarse en el universo de los podcasts y ganar visibilidad entre un electorado joven que consume contenido lejos de los canales tradicionales.

En febrero, el gobernador de California, Gavin Newsom, lanzó su propio programa: This is Gavin Newsom. En él, ha conversado con figuras tan disímiles como el exestratega de Trump, Steve Bannon, y el gobernador de Minnesota, Tim Walz, demostrando una disposición a cruzar fronteras ideológicas en busca de audiencia.

Por su parte, el gobernador de Kentucky, Andy Beshear, también estrenó The Andy Beshear Podcast, mientras que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, se sumó al popular Pod Save America, alineado con la izquierda liberal.

Pero el movimiento más revelador llegó cuando Pete Buttigieg, exsecretario de Transporte, apareció en el podcast FLAGRANT, conducido por el comediante Andrew Schulz —el mismo que recibió a Trump meses antes. Con una nueva barba y una actitud distendida, Buttigieg conversó durante más de dos horas, en un entorno muy alejado del formalismo político habitual. “Vale la pena asumir cierto riesgo si eso permite llegar a todos”, dijo durante la charla. Luego, en su boletín en Substack, reconoció: “Una lección clara de la última elección es que no solo importa qué decimos, sino cómo y dónde lo decimos”.

Otros demócratas también se han sumado a esta tendencia. El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, participó en The Men At Work Podcast, que se describe a sí mismo como un espacio para “preguntas tontas, pero reflexivas de tipo duro”. Allí habló, entre otras cosas, sobre fútbol y los Philadelphia Eagles, conectando con una audiencia que valora la autenticidad más que los talking points.

El congresista californiano Ro Khanna, por su parte, se presentó en el podcast de Patrick Bet-David, una figura influyente de la derecha que mezcla política y deportes. Trump también pasó por ese programa durante la campaña de 2024.

La tendencia no deja de ser polémica. En el pasado, demócratas de alto perfil criticaron duramente a sus colegas por acercarse a estos espacios. En 2020, Bernie Sanders fue cuestionado por aceptar una entrevista con Joe Rogan, quien había sido acusado de comentarios transfóbicos y racistas. Incluso Joe Biden y grupos como MoveOn lo condenaron públicamente. Kamala Harris, entonces precandidata, evitó participar en ese mismo podcast, temiendo el impacto en su imagen. Pero Trump lo hizo, y Rogan terminó dándole su respaldo, algo que algunos analistas consideran decisivo en su victoria.

Sin embargo, la experiencia de Sanders parece haber sido un precedente. El senador no solo defendió su decisión de acudir al show de Rogan, sino que también ha continuado apareciendo en espacios como This Past Weekend con Theo Von y el Lex Fridman Podcast, dos programas que también han dado tribuna a Trump.

Lo que parecía un tabú se ha convertido ahora en una necesidad estratégica. Los estrategas liberales reconocen que, para competir, deben ocupar el espacio que antes dejaron vacío. Los podcasts ofrecen una oportunidad única: permiten una conversación larga, sin interrupciones, sin filtros y sin el corsé de la prensa tradicional. En un clima de escepticismo hacia los medios, ese tipo de formato puede ser decisivo para reconectar con votantes desencantados.

En definitiva, el universo del podcasting, antes considerado un bastión de la derecha masculina joven, se ha transformado en un nuevo frente electoral. Y los demócratas, con la vista puesta en 2028, parecen dispuestos a dar la batalla en este terreno, aunque eso implique hablar con audiencias difíciles, en espacios incómodos y con reglas nuevas. Como dijo Buttigieg: “Si no estás dispuesto a salir de tu burbuja, no podés esperar cambiar ninguna opinión”.

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