Pablo Peña: una vocación económica que emergió de la crisis, pasión por Gary Becker y el extraño consejo a los jóvenes para que “lean a los muertos”

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Las crisis no siempre destruyen trayectorias; a veces las crean. En el caso de Pablo Peña, economista mexicano formado en la Universidad de Chicago, la experiencia de crecer en un país atravesado por la hiperinflación de los años 80 fue el punto de partida de una vocación temprana. “Los precios subían de una semana a otra y nadie entendía bien por qué. Todo parecía misterioso”, recordó en una entrevista en Shot Financiero.

Ese clima de inestabilidad económica, sumado al impacto del derrumbe bursátil de 1987, despertó una pregunta que marcaría su carrera: cómo funcionan realmente las economías cuando el orden se rompe. Aún en el colegio secundario, Peña decidió que estudiaría Economía.

Del “efecto tequila” al corazón de la política económica

Su formación universitaria en el ITAM coincidió con otro episodio crítico: la crisis mexicana de 1994. “Estaba cursando política monetaria cuando explotó el ‘tequilazo’. Fue una bienvenida muy directa al mundo real”, señaló. Poco después, ingresó a la Secretaría de Hacienda, donde trabajó en política impositiva y en la redacción de la Ley de Ingresos.

Esa etapa, explicó, le permitió entender el contraste entre los modelos teóricos y la toma de decisiones concretas. “Ahí te das cuenta de la importancia de medir bien y de contar con marcos analíticos que ayuden a anticipar consecuencias”, afirmó. La experiencia en el sector público terminó de convencerlo de que necesitaba una formación académica de máxima exigencia.

Chicago, Becker y el capital humano como lente para entender la sociedad

El objetivo era claro: la Universidad de Chicago. “Me dijeron que si quería hacer un doctorado en serio, el mejor lugar del mundo era ese”, contó. El camino incluyó obstáculos financieros y burocráticos, pero finalmente logró ingresar a lo que define como “Disneylandia para economistas”.

En Chicago, Peña fue alumno de figuras centrales de la disciplina. Entre ellas, destacó especialmente a Gary Becker, a quien describió como un académico sin vanidad. “Becker buscaba entender el mundo, no el prestigio. Podría haber ganado varios premios Nobel”, sostuvo.

Esa impronta se refleja en su libro “Capital humano para humanos”, en el cual aborda uno de los conceptos centrales de la economía moderna sin recurrir a fórmulas ni gráficos. “Quería que lo pudiera leer alguien que no sabe economía”, explicó. Para eso, recurrió a ejemplos de la vida cotidiana y de la cultura popular, desde Los Simpson hasta el argentino Quino, con el objetivo de mostrar cómo las decisiones educativas, laborales y familiares moldean el desarrollo económico.

Milei, el mercado de ideas y una recomendación final

Consultado sobre la Argentina y el fenómeno político de Javier Milei, Peña lo analizó desde una perspectiva estructural. “Nadie lo vio venir, como pasó con Trump”, dijo, y lo interpretó como una señal de un mercado de ideas más competitivo. En ese marco, valoró la creación en Argentina de un Ministerio de Capital Humano como intento de integrar políticas educativas, sociales y laborales.

Al cierre de la charla, dejó una recomendación poco habitual para los jóvenes economistas: “Lean economistas muertos”. Y explicó el motivo: “El mercado ya seleccionó las mejores ideas. Cuando uno vuelve a Smith, Keynes o Marshall, encuentra verdaderas minas de oro intelectuales”.

Una frase que resume su propia trayectoria: una carrera atravesada por crisis, preguntas incómodas y una búsqueda constante por entender cómo las decisiones humanas terminan moldeando la economía real.

Escuchá la entrevista completa en Shot Financiero Podcast, con Guillermo “Willy” Laborda

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