La historia demuestra que las tecnologías con poder transformador rara vez desaparecen una vez que emergen. La inteligencia artificial (IA), en este sentido, no es la excepción. Su expansión parece inevitable: los algoritmos aprenden, las empresas invierten y los gobiernos compiten por no quedarse atrás. Sin embargo, este avance no ocurre en el vacío.
El desarrollo de la IA enfrenta hoy “vientos en contra” que no provienen del laboratorio, sino del propio sistema global. La desaceleración económica, las tensiones geopolíticas entre potencias, la inflación persistente y la fragmentación de las cadenas de suministro tecnológicas están creando un entorno menos propicio para la innovación acelerada.
A esto se suman restricciones en el acceso a chips avanzados, sanciones comerciales y una creciente competencia por el control de los datos, todos factores que pueden ralentizar la expansión de la IA, aunque no detenerla. La historia tecnológica sugiere que estos frenos son temporales: pueden aplazar el despliegue, pero no revertir la tendencia.
La verdadera pregunta, entonces, no es si la inteligencia artificial seguirá avanzando, sino a qué ritmo y bajo qué condiciones. En un mundo marcado por la incertidumbre estructural, la velocidad del cambio tecnológico dependerá tanto de la estabilidad del sistema global como de la innovación en los laboratorios.
Mookie Tenembaum desarrolla este tema en el último episodio de Inteligencia Artificial Perspectivas Financieras. ¡Escuchalo!
