Cada vez más compañías tecnológicas postergan su salida a la bolsa para evitar la presión de reportar resultados trimestrales y la pérdida de autonomía que supone cotizar en un mercado público. Este retraso ha convertido al mercado secundario en un verdadero sustituto de liquidez: allí, inversores iniciales, empleados y fondos de capital de riesgo encuentran la posibilidad de vender participaciones antes de una oferta pública inicial. De esta manera, se configura un ecosistema paralelo en el que circulan miles de millones de dólares.
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