El debate global por la propiedad intelectual y la IA entra en una fase decisiva

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) celebrará entre los días 28 y 29 de octubre próximos en Ginebra la duodécima sesión del Diálogo sobre Propiedad Intelectual y Tecnologías de Vanguardia, centrada en los medios sintéticos generados por inteligencia artificial.

Durante dos jornadas, representantes de gobiernos, académicos, empresas tecnológicas y organizaciones civiles debatirán cómo las nuevas herramientas de IA generativa —capaces de producir texto, voz, imagen y video indistinguibles de los reales— están desafiando los cimientos legales del sistema global de propiedad intelectual.

El encuentro llega en un momento de creciente tensión entre la velocidad de la innovación y la capacidad de las leyes para acompañarla. En todo el mundo, creadores, plataformas y desarrolladores discuten quién tiene derecho a usar, entrenar o monetizar las obras y las identidades digitales que circulan en la red.

Por qué importa

La IA generativa está transformando la creación cultural y científica, pero también está reconfigurando la noción de autoría.
Las disputas por derechos de autor, identidad digital y uso de datos para entrenamiento de modelos ya no son un tema técnico: son un nuevo frente económico y político en la carrera global por el control de la innovación.

El contexto

  • En los últimos cinco años, el Diálogo de la OMPI ha convocado a más de 9 000 participantes de 172 países, en busca de un marco común para los desafíos tecnológicos emergentes.
  • La edición 2025 pondrá el foco en los contenidos sintéticos no autorizados, un fenómeno que abarca desde deepfakes hasta obras artísticas generadas con estilos o voces replicadas sin permiso.
  • En paralelo, crece la presión para crear un “derecho de réplica digital”, que reconozca legalmente la identidad virtual de las personas.

Lo que se debate

1. Límites del derecho de autor.
Casos judiciales recientes, como las demandas contra Apple y Anthropic en Estados Unidos, marcan un precedente sobre el uso de obras protegidas para entrenar modelos de IA.
Los tribunales comienzan a discutir si ese uso puede considerarse “transformador” o si, en realidad, constituye una violación directa de los derechos de autor.

2. Identidad digital.
Las tecnologías de IA ya pueden replicar voces, apariencias o estilos artísticos con gran realismo. Esto abre oportunidades creativas en cine, música y accesibilidad, pero también plantea riesgos de suplantación y pérdida de control sobre la identidad digital.
Algunos juristas impulsan la creación de un marco internacional para proteger la voz o la imagen como atributos inalienables de la persona.

3. Brecha normativa.
La Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea y las regulaciones nacionales existentes apenas rozan estos temas.
La OMPI busca promover una armonización global que evite un escenario fragmentado donde cada país legisle de manera distinta sobre propiedad intelectual y contenidos sintéticos.

Qué dicen los actores

El debate refleja un choque de visiones entre innovación y protección.

Las empresas tecnológicas sostienen que el entrenamiento de modelos con grandes volúmenes de datos, incluso con obras protegidas, es una práctica legítima y necesaria para el avance de la IA. Argumentan que se trata de un uso transformador, comparable al aprendizaje humano, que no reemplaza sino que amplía la creación.

Del otro lado, autores, artistas y editoriales reclaman que sus obras son utilizadas sin autorización ni compensación, lo que erosiona los incentivos a la creación. Denuncian un sistema donde la tecnología se alimenta de la producción cultural existente sin reconocer su origen.

En medio, los reguladores y organismos internacionales intentan equilibrar ambos intereses: proteger los derechos de los creadores sin frenar la innovación. Pero las diferencias entre jurisdicciones y los vacíos legales globales vuelven la tarea cada vez más compleja.

Qué observar

  • Nuevas recomendaciones internacionales sobre el uso responsable de datos y la atribución de autoría en obras generadas por IA.
  • Avances técnicos en trazabilidad y etiquetado de contenidos sintéticos.
  • Reformas legales en materia de copyright, privacidad y derechos de imagen.
  • Debate ético sobre los límites de la creación automatizada: ¿hasta dónde puede considerarse arte, periodismo o interpretación?

La gran pregunta

La duodécima sesión del Diálogo de la OMPI podría marcar un punto de inflexión. No se trata solo de definir si una imagen generada por IA puede tener derechos de autor o si una voz clonada requiere permiso. El fondo del debate es cómo redefinir la relación entre creatividad humana y creación algorítmica.

El sistema de propiedad intelectual nació para proteger la obra de individuos y empresas; la IA, en cambio, multiplica las obras sin autor identificable y con procesos colectivos o automáticos. ¿Debe la ley proteger esas creaciones? ¿O limitarse a defender la intervención humana en ellas?

La respuesta que empiece a tomar forma en Ginebra no resolverá el dilema, pero sí marcará el rumbo. Lo que está en juego no es solo quién posee la autoría en la era digital, sino qué entendemos por creación en el siglo XXI.

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